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Cooperativas y empresas solidarias


“El ser humano es hechura en cierto modo de los grupos sociales, el hogar primero, luego de la vecindad, la escuela y las distintas manifestaciones comunitarias mediante las diversas actividades propias del diario vivir. Mientras más comparta en el grupo social, mejor se desarrollará la persona”.


Esta cita de Mons. Antulio Parrilla, uno de los grandes pensadores de la filosofía cooperativista, encierra un cúmulo de verdades que la ciencia moderna como la psicología nos siguen revelando. Por ejemplo, sabemos que somos seres sociales por naturaleza. Nos construimos con los/as otros/as. Las relaciones entre los seres humanos son de tal importancia que las primeras ideas que construimos sobre nosotros/as (autoconcepto) fueron transmitidas en los proceso de crianza durante los primeros siete años de vida. Ideas que muy bien podrían ser ciertas o falsas pero construidas en las relaciones.


Y estas verdades nos revelan la importancia del movimiento cooperativo y sus procesos educativos hacia adentro del movimiento (trabajadores/as y directores/as) y hacia fuera (socios/as y comunidad). El potencial de romper con las mentiras de la propuesta capitalista-individualista-consumista y proponer la solidaridad como norte, es extraordinaria.


No se trata solamente de una propuesta económica. Se trata de mucho más. La propuesta cooperativista es un modo de vivir y de ser. Por esto la forma de hacer economía en la cooperativa tiene que ser desde la lógica solidaria. De hecho, si no se encarna resulta ser una propuesta vacía y sin resonancia para las nuevas generaciones. Son discursos no creíbles.


Una cooperativa no es un nombre o una forma legal de organizar una actividad económica. Tampoco es una estructura o un lugar físico. Todo eso puede ser parte de, pero no es una cooperativa. Existe una cooperativa cuando los/as que la componen han encarnado unas ideas. A esto llamaríamos una cultura organizacional cooperativa. Es decir, las conductas y prácticas de sus miembros son dirigidas por esas ideas. Hagamos un acercamiento a esta cooperativa.

LA FORMA DE HACER EMPRESA

Una cooperativa se supone que opere desde la lógica de la economía solidaria. ¿Qué es la economía solidaria? Veamos como debería ser una cooperativa que opere desde la perspectiva de la economía solidaria.


Definamos primero lo que es la economía solidaria. Para hacer esto utilizaré de referencia al principal exponente e ideólogo de esta forma de hacer economía: el Dr. Luis Razeto Miglario. Tuve la dicha de certificarme con este pensador y pionero chileno de la economía solidaria por lo que la argumentación aquí presentada se alimenta de los trabajos del Prof. Razeto.


La economía clásica identifica cinco factores productivos presentes en la economía. Estos son; el factor medios de producción (la maquinaria, equipos y otras formas que toma este factor), el factor capital (dinero y otras formas que tiene el capital), el factor tecnología (más allá de una computadora y los otros aparatos tecnológicos, se refiere al “saber usar”), el factor gestión (la forma de gerencial y de toma de decisiones) y el factor trabajo (mano de obra).


Los propulsores de la economía solidaria, como resultado de la investigación y la revisión de la literatura y las manifestaciones del trabajo y de las formas de este organizarse, encontraron un nuevo factor productivo operante en ciertas empresas. Y a ese factor le llamaron el Factor “C”.

¿QUÉ ES EL FACTOR “C”?

Es el compañerismo, compromiso, colaboración, cooperación, comunicación, confraternización y otras fuerzas productivas presentes en la actividad de una empresa. Sí, así como lo lee. Es una fuerza productiva. Y ahora sabemos que incluso está presente en toda empresa sea esta capitalista-individualista o solidaria.


Por ejemplo, hoy en todo tipo de empresa se insiste en que el recurso principal es el recurso humano. Y esta visión, correcta por supuesto aunque se persigan otros fines, busca lograr mayor compromiso, colaboración, cooperación, comunicación, confraternización y por supuesto mayor producción. Y así se diseñan adiestramientos para que el/la trabajador colabore, coopere y trabaje más en equipo.


Entonces, según autores como Razeto, en toda empresa hay ciertos niveles de solidaridad. Por supuesto que esto no las hace empresas solidarias porque ese nivel de solidaridad presente en estas es muy débil y busca otros fines.


¿Cómo se organiza una empresa solidaria? ¿cómo debería operar? Para hablar de una empresa solidaria la misma tendría que operar desde la lógica del Factor “C”. Es decir, la lógica que organizaría el quehacer de la empresa sería el Factor “C”. Todos los otros factores productivos (medios de producción, trabajo, gestión-gerencia, tecnología, financiamiento-capital) estarían subordinados al Factor “C”.


Imagine ahora esa cooperativa. ¿Cómo se dirigiría esa cooperativa? ¿de qué forma participarían los/as trabajadores/as en las operaciones? ¿cómo serían las directrices de la Junta de Directores? ¿qué relación desarrollaría un trabajador/a con sus herramientas de trabajo (medios de producción)? ¿cómo usarían la tecnología? ¿cómo sería la producción de los/as trabajadores/as?


Tratemos de ser más específicos todavía. Miremos algunos de los factores productivos organizados desde la lógica solidaria o desde el Factor “C”. La gerencia de esta cooperativa solidaria organizaría nuevas formas de participación en la gestión de la empresa. Equipos de trabajo, reuniones colectivas, diversas formas de participación del “empleado” en la toma de las decisiones y otras muchas formas de expresión del Factor Gestión en la cooperativa.


¿Cómo se manifestaría el Factor Trabajo en esa cooperativa? La cooperativa trabajaría intensamente en procesos educativos dirigidos a modificar las ideas aprendidas sobre el individualismo en el ámbito laboral. Somos solidarios/as por naturaleza. Por tanto, hay que trabajar contra el adoctrinamiento al que nos han sometido y romperle el espinazo de una vez. Sin este proceso de transformación de la conciencia los miembros de esa cooperativa continuarán operando desde la lógica que fueron educados y formados: la lógica capitalista-individualista.


En resumen, el hecho de ser una actividad colectiva (en este caso cooperativa) o estar organizados legalmente como una cooperativa, no implica que somos una empresa solidaria o de la economía solidaria. El habito no hace al monje aunque lo pueda distinguir.


Operar una empresa desde la lógica solidaria es un proceso complejo porque requiere romper paradigmas y formas mentales de entenderse y entender lo que es una empresa. Nuestros sector cooperativo necesita rescatar esta forma de hacer empresa. De lo contrario, seguiremos creyendo que la simple “forma” cooperativa ya es solidaria. Creeremos que el hábito hace al monje y no operaremos desde el Factor “C”.


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